Los estudiantes del Colegio Irlandés se distinguen de los del resto de colegios de la Universidad por la indumentaria representada en la lámina, compuesta por una sotana y un sombrero de paño basto. (El traje académico en Salamanca suele ser un abrigo de paño negro y un sombrero de picos, excepto en los Colegios Mayores, donde los estudiantes tienen un traje similar al de los Irlandeses pero de otro color.)
Este seminario fue fundado por el rey Felipe II, que le concedió a la vez una renta suficiente, pagada por la Corona, y que basta para el sueldo del director y el mantenimiento y la educación de dieciséis estudiantes.
Los obispos católicos de Irlanda seleccionan a estos jóvenes y, después de siete años de estudios, los vuelven a llamar para su ordenación como sacerdotes. No es en absoluto necesario, por ello, que hayan estudiado en la Universidad, aunque durante su estancia en Salamanca pueden haber obtenido los grados de licenciado, bachiller y doctor.
El rey Carlos III añadió al Colegio Irlandés parte del magnífico convento de los Jesuitas, después de la expulsión de éstos.