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El teniente August Schaumann en Salamanca

El teniente August Schaumann y la anciana en cuya casa se alojó la noche del 30 de noviembre de 1808, en el contexto del paso por la capital salmantina del ejército británico comandado por el general John Moore

El oficial August Schaumann –alemán destinado en el cuerpo de intendencia del ejército británico- pernoctó en Salamanca la noche del 30 de noviembre de 1808. El alojamiento que le tocó en suerte fue un ático lleno de pulgas y cucarachas en el que habitaba una vieja que le importunaba con el repetitivo rezo del rosario y a la que compara con la bruja de Endor, “adivina y médium” (I Samuel 28, 5-25). La anciana no se mostró muy simpática con su huésped al principio, pero después de que éste “le diera algo de vino y le pusiera un cigarro en la boca”, se tornó en una persona de lo más amistosa y habladora.

Al día siguiente, Schaumann fue enviado por su oficial superior a Ledesma, donde vendió su mula al molinero de la localidad por la cantidad de cien duros. El molinero pensó que había estafado al alemán, ya que un animal con tan buenas trazas valía por lo menos 300 duros, pero fue al revés, ya que la mula, cuando andaba unos pocos kilómetros, comenzaba a cojear, cosa que el molinero no puedo notar durante el corto paseo de prueba que dio con la montura por la orilla del Tormes. Como dice cínicamente Schaumann en su diario: Mundus vult decipi, ergo decipiatur (El mundo quiere ser engañado, pues engañémosle).

La noche del 24 de diciembre de 1808 Schaumann se encontraba en Zamora, donde compartió la cena de Nochebuena con una familia de esa ciudad y descubrió un producto tan típicamente español como el turrón.

Fui invitado por el Sr Kearney a pasar la Nochebuena con la familia que lo tenía alojado en su casa. Yo no me encontraba de muy buen ánimo, ya que echaba mucho de menos mi querida patria. Me embargaban los recuerdos de mi juventud, cuando una noche como ésta era la mejor de todo el año. Ningún otro momento del año une a la familia con tantos lazos de afecto. Y ahora me encuentro aquí, y los españoles no tienen ni idea de cómo estas horas, con su sagrado colorido, traen a mi mente recuerdos tan entrañables. Había muchas señoritas presentes. Bromeamos y nos reímos junto al brasero y luego se sirvió una cena muy simple. Pero lo más típicamente español de la cena fue el postre: una enorme fuente de castañas asadas, vino y un gran pastel hecho de azúcar y almendras. Era tan duro como una piedra, y solamente se podía hacer trozos usando un cuchillo y un martillo. ¡Y eso fue todo! ¡Qué diferentes eran las Nochebuenas y los árboles de Navidad en Alemania! Pero todos se mostraban muy felices y nos fuimos a la cama muy tarde. Schaumann volvería por tierras salmantinas en 1811.

En abril de ese mismo año se alojó en la Quinta del Águila, finca que todavía mantiene ese nombre y que se encuentra situada entre las localidades de Espeja y Fuentes de Oñoro. Allí conocería a la hija del propietario, María Josefa Diego, con la que viviría una intensa historia de amor que contaré en otro momento por aquí.

Miguel Ángel Martín Mas

  • Ilustración: El teniente August Schaumann y la anciana en cuya casa se alojó la noche del 30 de noviembre de 1808, en el contexto del paso por la capital salmantina del ejército británico comandado por el general John Moore. Grabado contenido en la edición de las memorias de Schaumann publicadas en 1924 con el título On the Road with Wellington.